Secr. Geral Aladi

Ponencia del Emb. Juan F. Rojas Penso, Secretario General de la ALADI, en ocasión de celebrarse las "Jornadas Internacionales Décimo Aniversario del Mercosur"


 

"MERCOSUR: PROTAGONISMO EN EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN E IMPACTO EN EL DESARROLLO"

Juan F. Rojas Penso

Secretario General de la ALADI

 

Introducción

El proceso de globalización, denominado también internacionalización o mundialización, expresa la creciente interrelación de los aspectos económicos, financieros, sociales y culturales de alcance mundial respecto de aquellos de naturaleza nacional o regional, en un contexto marcado por la creciente aceleración del progreso tecnológico. Más allá de las discusiones relativas a su actualidad, dicho proceso es, a la vez, intenso pero también parcial, heterogéneo y desequilibrado. Esto plantea así, a los países en desarrollo, la necesidad de administrar las oportunidades generadas por el proceso de globalización, al tiempo que contrarrestan sus eventuales efectos negativos. En ese sentido, los nuevos esquemas de integración latinoamericanos de la década de los noventa, entre los cuales cabe destacar al MERCOSUR, fueron concebidos con el objetivo de promover una inserción competitiva de los países del bloque, en su conjunto, a nivel mundial, a través de un mayor aprovechamiento de las oportunidades brindadas por el mencionado proceso.

Sin embargo, es necesario evitar que dicha inserción sea incondicional, lo cual conduciría a una creciente marginalización de sectores de la sociedad dentro del bloque, o en caso extremo, llevaría a una fragmentación del mismo. Esto implica que la agenda de la integración considere ese riesgo, introduciendo cambios endógenos que involucren a la sociedad en su conjunto y materializando así, en forma positiva, una auténtica inserción en el contexto de globalización con desarrollo.

 

Magnitud del proceso de globalización en el MERCOSUR

El proceso de globalización se desarrolla en un contexto en el cual las tecnologías de información y comunicación han adquirido un papel protagónico, ejerciendo un significativo impacto sobre el crecimiento y la composición de la actividad económica, los factores determinantes de las ventajas competitivas, las características del empleo, la división internacional del trabajo y la misma vida social de los individuos, entre otros. En ese sentido, cabe señalar que la intensidad del mencionado proceso se manifiesta, actualmente, en las redes de transmisión y procesamiento de datos a escala mundial, con ínfimos costos.

Sin embargo, el avance de dicho proceso se ha expandido fundamentalmente en algunos ámbitos, tales como en la internacionalización de la producción y fundamentalmente en el financiero, mientras que la difusión generalizada de los beneficios al conjunto de la sociedad, se encuentra muy rezagada. Asimismo, el alcance de la globalización revela la heterogeneidad de la misma, dado que, la capacidad de aprovechamiento de la movilidad de los flujos de capital y tecnología continúa siendo un atributo esencialmente nacional, ámbito en el cual existen grandes diferencias. Finalmente, en lo relativo al desequilibrio generado por la globalización, el mismo se traduce en los diferentes grados de autonomía de los cuales disponen las autoridades nacionales en áreas vinculadas, entre otras, al proceso de globalización financiera y a la radicación de los flujos de inversiones directas extranjeras.

De esa manera, en esta sección se analizarán los alcances, en el MERCOSUR, del proceso de globalización en los principales ámbitos (comercial, de inversiones extranjeras directas y finanzas internacionales), para luego evaluar las respectivas consecuencias en la dinámica del proceso de integración del Cono Sur y sus desafíos inmediatos.

 

Inserción del MERCOSUR en el actual proceso de globalización

En el marco de profundas transformaciones tecnológicas, el proceso de globalización se caracteriza por el peso preponderante de las firmas transnacionales, la internacionalización de las economías nacionales y la existencia de un mercado financiero a escala global.

En lo relativo al proceso de transnacionalización de las firmas, el mismo se traduce en el crecimiento de los flujos de inversiones directas extranjeras y en la participación directa de las firmas transnacionales en los flujos mundiales de comercio y capital(1). Las tendencias recientes de significativo desarrollo de las mencionadas firmas así como de los flujos de inversiones directas extranjeras(2) revelan que éstos son el resultado de las nuevas estructuras de costos, de estrategias corporativas basadas en ventajas administrativas y fundamentalmente tecnológicas. A ello contribuyeron, también, los cambios introducidos por los países en desarrollo, los cuales adoptaron modelos de apertura comercial, desregulación económica y privatización de empresas públicas. De esa manera, cabe destacar que, con base en la información de la UNCTAD, el ingreso de inversiones directas extranjeras netas(3) en esos países se situó, en 1999, en 141.981 millones de dólares, de los cuales 44,1% se dirigieron a América Latina y el Caribe.

En América Latina, el MERCOSUR ocupa un lugar privilegiado, siendo el principal circuito de comercio intra-ALADI, con una población de 214 millones de habitantes, fundamentalmente urbana (79%) y un producto interno bruto por habitante de 4.718 dólares en 1999. Asimismo, se destaca en el ámbito de las inversiones directas extranjeras netas dado que, en 1999, recibió el 83,7% del ingreso de las mismas destinadas a la región. Entre los principales factores de atracción de los flujos de inversiones directas extranjeras al MERCOSUR, cabe señalar, el logro de una mayor estabilidad macroeconómica, las privatizaciones emprendidas por los países de la región así como el compromiso del bloque en avanzar en la consolidación del proceso de integración. En ese sentido, cabe destacar que el pasaje de una zona de libre comercio a una unión aduanera, el 1°de enero de 1995, así como la aceleración del programa de privatizaciones se acompañaron de un mayor dinamismo de los mencionados flujos. En efecto, si bien los flujos de inversiones directas extranjeras netas registraron un crecimiento anual promedio de 28,4% para el período 1991-2000, pasando de 2.612 millones de dólares a 35.275 millones de dólares(4) entre esos años, sin embargo, entre 1991 y 1994, el incremento anual fue de 13,5% para situarse luego, entre 1995-2000, en 39,4%.

El análisis de la distribución sectorial(5) de dichas inversiones revelan que, en el año 1999, los flujos se concentraron en el área del petróleo y del gas (24%); de las telecomunicaciones (15%) y la industria química (10%), siendo el propósito de las firmas transnacionales el de abastecer principalmente el mercado interior integrado y complementariamente exportar al resto del hemisferio y del mundo. Si bien estas inversiones directas extranjeras se involucran con el tejido productivo de las economías de la región, es importante señalar, sin embargo, que el impacto de las mismas podría potenciarse mediante la adopción de políticas activas, que fomentasen una integración vertical con las medianas empresas domésticas. En ese sentido, una mayor integración entre las empresas transnacionales y las medianas domésticas contribuiría a propagar un efecto de emulación hacia éstas últimas, el cual se traduciría por la asimilación de técnicas de organización modernas, la aplicación de tecnologías de punta al proceso productivo así como la adopción de normas de producción y de comercialización compatibles con el contexto internacional. Esto fomentaría un incremento en la productividad de las empresas locales existentes provocando mejores condiciones de inserción en el mercado nacional, regional e internacional.

En el ámbito de la internacionalización de las economías nacionales, la misma se expresa en el aumento del peso de las exportaciones y de las importaciones en el producto interno bruto, de las inversiones extranjeras directas en la inversión nacional total, etc. En el caso del MERCOSUR, el comercio representó 14% del producto interno bruto entre 1991-1994, pasando a 17% entre 1995-2000; mientras que la inversión extranjera directa representaba 3% de la formación bruta de capital fijo en el primer período mencionado, alcanzando 15% en el segundo.

La mencionada internacionalización de las economías, la transnacionalización de las empresas así como la reducción de los costos internacionales de transacción derivada de la propagación de las tecnologías de la información, han contribuido a generar una rápida expansión de la banca transnacional acompañada por la globalización bursátil y cambiaria(6). En América Latina, y más particularmente en el MERCOSUR, esta globalización de las operaciones financieras a nivel mundial se ha visto facilitada por las reformas adoptadas por los países de la región. De esa manera, los procesos de apertura, privatización y desregulación emprendidos en los años 90, en el marco de un esfuerzo de estabilización, contribuyeron a fomentar una tendencia a la sobrevaloración de las monedas nacionales así como a la elevación de las tasas reales de interés, lo cual se tradujo también en una competencia entre los países de la región por la atracción de capitales. Sin embargo, la inserción del MERCOSUR en la dinámica de los mercados financieros internacionales, sin un marco institucional de alcance igualmente global que los regule, genera dificultades en los países del bloque tales como el riesgo de masivos egresos de capitales de corto plazo así como de propagación de las crisis, entre otros. En ese sentido, Ocampo señalaba que "mientras no se acuerde un marco internacional de esta naturaleza, que le dé una mayor estabilidad al mundo financiero internacional, los países deben mantener la autonomía para establecer regulaciones prudenciales sobre sus flujos de capital. Obviamente, deben construir hacia adelante mecanismos fiscales, monetarios y cambiarios más efectivos para prevenir las crisis"(7).

La inserción del MERCOSUR en el proceso de globalización supone que las variables económicas internas de los países de la región se encuentren cada vez más interconectadas e influidas por los acontecimientos internacionales. De esa manera, cabe señalar que, frente a esa situación, el objetivo no es el de insertarse en el contexto actual adoptando una estrategia pasiva frente a los desafíos planteados por la globalización, sino que es necesario propiciar una estrategia creativa. En ese sentido, el MERCOSUR se gestó como una respuesta activa y deliberada de inserción en la economía global, lo cual conduce, en el siguiente punto, a analizar las repercusiones de la globalización en la dinámica de su evolución.

 

Efectos de la globalización en la dinámica interna del MERCOSUR

La celeridad con la cual se produce el cambio en el entorno internacional exige mayor capacidad de adaptación y de flexibilidad para aprovechar las oportunidades brindadas por el proceso de globalización. En ese sentido, la integración económica se plantea como una vía para coadyuvar a promover una inserción, de mejor calidad, de cada país miembro del MERCOSUR y de la región, en su conjunto, en la economía internacional. La adopción de esa vía por los países de la región responde, entre otros, a la posibilidad de lograr economías de escala en un mercado ampliado; al aumento de credibilidad de las políticas económicas emprendidas, derivadas de los compromisos de integración regional asumidos; así como a un incremento del poder de negociación conjunto a través de la acción colectiva.

En el ámbito comercial, el MERCOSUR propició un significativo dinamismo de las corrientes comerciales entre sus países miembros al tiempo que se incrementaba la calidad de las mismas. En lo relativo al incremento del intercambio intrarregional, cabe destacar que, con la implantación de la estrategia aperturista de los años 90, el MERCOSUR pudo desplegar todo su potencial. En efecto, la significativa reducción de las barreras económicas al movimiento de bienes y capitales, en un marco de cercanía geográfica y cultural, se traduce en una disminución de los costos de transportes y de transacción entre vecinos.

De esa manera, se despertaron así una serie de vínculos económicos que habían estado reprimidos durante la etapa relativa a la estrategia de sustitución de importaciones (1950-1975), al endeudamiento fácil (1975-1980) y a la década pérdida (1980-1990). Entre 1991-2000, las importaciones intra-MERCOSUR, crecieron así a un ritmo anual promedio de 15,6%. Sin embargo, cabe destacar que dicho crecimiento se manifestó fundamentalmente entre 1991-1994, cuando dichas importaciones experimentaron un incremento de 30,7%. En el segundo período, entre 1995-2000, el menor dinamismo de las mismas (6,5%) está significativamente vinculado a las consecuencias derivadas de las crisis rusa, asiática y brasileña, enfrentadas por los países de la región(8), a fines de la década.

En el año 2000, el incremento en el intercambio intra-MERCOSUR(9) revelaría una rápida recomposición de corrientes comerciales reprimidas por las crisis, en lo que ya son vinculaciones estructurales entre las empresas y economías de la región.

De todas formas, el crecimiento más moderado del comercio podría constituir un indicio de cierta pérdida de dinamismo del mismo, habiéndose acercado a ciertos límites, lo cual implica la necesidad de promover un conjunto de medidas cuyo objetivo sería favorecer una mayor integración del tejido productivo de los países del bloque. Esto se traduciría en la incorporación de innovaciones tecnológicas a las técnicas de producción existentes, así como en el desarrollo de nuevos productos más adaptados a las necesidades de los consumidores regionales e internacionales. No obstante, la experiencia revela que debe considerarse también la inclusión de un tema central relativo a las restricciones administrativas existentes, las cuales han obstaculizado, a lo largo de la década, el crecimiento del mencionado comercio.

Paralelamente, las importaciones procedentes del Resto del Mundo experimentaron las mismas tendencias que las registradas en el ámbito intrarregional. En efecto, las importaciones del MERCOSUR procedentes del Resto del Mundo crecieron en un 11%, pasando de 28.951 millones de dólares en 1991 a 71.408 millones de dólares en el año 2000, con un incremento más importante en el período 1991-1994 (18,8%).

En el ámbito de la calidad de las relaciones comerciales intra-MERCOSUR, es relevante la consolidación de la importancia adquirida por el comercio intraindustrial, fundamentalmente entre Argentina y Brasil. Entre los mencionados países, dicho intercambio representaba, en 1990, 22,7% del global, alcanzando en 1999, 40,6%(10). Los principales capítulos implicados en el mencionado comercio bilateral corresponden, para el último año disponible (1998)(11), principalmente al sector automotor, al cual se puede caracterizar, hasta el presente, como de "comercio administrado", y en una menor medida al de medicamentos y calzados, entre otros. En el caso de las relaciones bilaterales Uruguay-Argentina y Uruguay-Brasil, el crecimiento del comercio de bienes similares fue menor aunque representó, en 1999, 30,8% y 16,9% del total respectivamente; mientras que las relaciones que involucran a Paraguay fueron las únicas que no crecieron de manera significativa. El crecimiento del comercio intraindustrial en el bloque del Cono Sur facilita el propio proceso de integración debido a los menores costos de los ajustes en la estructura productiva asociados con este tipo de intercambio, lo cual favorece la obtención de economías de escala y, eventualmente, una mayor variedad de bienes para los consumidores.

Sin embargo, el análisis de dicho comercio refleja comportamientos diferentes en los flujos intra y extra-MERCOSUR, dando cuenta del predominio de los intersectoriales en estos últimos. En ese sentido, solamente 21,5% del intercambio bilateral entre Brasil y Estados Unidos/Canadá es de origen intraindustrial, mientras que en el caso de Argentina, Uruguay y Paraguay dicho porcentaje es todavía menor (12%; 1,8% y 3,1% respectivamente). En el intercambio realizado por los países del MERCOSUR con la Unión Europea(12), la importancia del comercio de bienes similares es aún menos significativa que con respecto a Estados Unidos-Canadá.

Esta divergencia de situaciones revela la importancia de múltiples factores, entre los cuales cabe señalar, la dinámica del proceso de integración, la cual se intensifica dada la proximidad geográfica entre los países participantes; así como la relativa mayor similitud en la estructura de demanda y de producción entre los países miembros. De esa manera, el MERCOSUR debe propiciar, con respecto al resto del mundo, el desarrollo de nuevas ventajas comparativas dinámicas, lo cual implicaría un mejor aprovechamiento de las oportunidades brindadas por el avance tecnológico, colaborando así en la superación del patrón de especialización actual.

En lo relativo a la credibilidad del grupo subregional, ésta se manifiesta por la importancia adquirida por el mismo en la agenda externa de bloques y países tanto a nivel regional (CAN, México), como a nivel hemisférico (negociaciones del ALCA) y extracontinental (Unión Europea). Pese a que la participación y puesta en marcha de la agenda externa del MERCOSUR se caracteriza aún por los distintos matices propuestos por los países miembros del bloque, es importante señalar la voluntad de los mandatarios de la región de fortalecer políticamente el bloque. De esa manera, el "MERCOSUR se ubica en las prioridades de los gobiernos miembros, en términos que superan las contingencias políticas internas y regionales"(13).

Los avances registrados hasta el presente en el bloque del Cono Sur deberían constituir una fuente de incentivos para continuar en la senda de una respuesta integral y vigorosa ante los desafíos derivados del proceso de globalización. En efecto, más allá de las repercusiones del mismo en la dinámica comercial, interna y externa, del MERCOSUR, subsisten arduas tareas pendientes, heredadas de épocas anteriores, relativas al ámbito social, cultural e institucional, las cuales son indispensables para fomentar una inserción con desarrollo en el actual proceso de globalización. Así, la profundización de los mencionados avances en la dinámica comercial del MERCOSUR se materializaría a través de la inclusión de esas áreas rezagadas, lo cual plantea la necesidad de renovar el papel de la integración(14) como instrumento de promoción del desarrollo integral(15).

 

La necesidad de fomentar una globalización con desarrollo

La multidimensionalidad y complejidad del proceso de globalización ha contribuido a acentuar algunas dificultades existentes en el MERCOSUR, al tiempo que introdujo nuevas vulnerabilidades en las sociedades del Cono Sur, repercutiendo así sobre sus perspectivas de desarrollo.

En el ámbito de las dificultades heredadas de épocas anteriores, paralelamente al desafío de inserción en las corrientes dinámicas de comercio, los países miembros del MERCOSUR enfrentan, de manera diferenciada, otros vinculados, fundamentalmente, a la pobreza. La diferenciación entre esos países se traduce, entre otros, en el mayor o menor logro que tuvieron en convertir eficientemente el ingreso en desarrollo humano(16), así como en la distribución más o menos equitativa del mismo(17). Con base en informaciones de la CEPAL(18), para el bienio 1998-1999, en el conjunto de los países del Cono Sur se mantuvieron, o incluso se incrementaron, los niveles de pobreza, al tiempo que se registró un aumento del desempleo y una disminución de las remuneraciones reales.

Este incremento del desempleo se relaciona con los cambios operados en los mercados de trabajo durante los años 90, los cuales contribuyeron a instalar una nueva estratificación ocupacional que no favorece la movilidad social ni una mejor distribución del ingreso. Los sectores de la sociedad más afectados por este fenómeno son aquellos que registran menores niveles de educación, por lo general los más pobres. En ese sentido, diversos estudios(19) indican que las especificidades de la pobreza producen un encadenamiento que contribuye significativamente a su permanencia. La restricción de las oportunidades futuras para esos sectores de la población tiende así a reproducir el patrón de desigualdades prevalecientes.

Más allá de consideraciones éticas o morales, la atenuación de la pobreza constituye un elemento relevante para superar barreras estructurales, tales como la desarticulación productiva y la debilidad tecnológica, las cuales impiden el desarrollo de la región. En ese sentido, la educación, uno de los principales componentes del capital humano, surge como una alternativa para combatir la perpetuación de la pobreza. Sin embargo, la opción educativa sería viable bajo la condición de privilegiar un crecimiento cuantitativo y, fundamentalmente, cualitativo en esa área así como en la formación personal, relacionando paralelamente mundos todavía disjuntos (educación-formación; jóvenes empresas). Esto requeriría una mayor interacción entre los diferentes actores en el proceso de reforma propiciando, simultáneamente, el desarrollo de vínculos horizontales y verticales entre ellos.

En el ámbito de las nuevas vulnerabilidades introducidas por la globalización, los países del MERCOSUR deben enfrentar el desafío de incorporarse a la sociedad del conocimiento a través del proceso de integración y de vincularse a la dinámica y volátil arquitectura financiera internacional actual.

El rápido crecimiento de las tecnologías de información y comunicación así como la importancia de las mismas en el producto nacional de los países industrializados(20) plantean la necesidad, a los países del Cono Sur, de implementar una transición hacia la nueva sociedad del conocimiento que se está gestando. Sin embargo, dicha transición no está exenta de incertidumbres al comportar riesgos para los países de la región. Las incertidumbres provienen de la situación actual, en la cual el crecimiento y la difusión de tecnologías de la información parecen estar separando, aún más, al mundo en desarrollo del desarrollado, todo ello en función de la posesión y acceso al conocimiento(21): "la brecha digital entre los países industrializados y los países en desarrollo es aún más amplia que la brecha que los separa en términos de otros indicadores de productividad y bienestar económico y social, y lo mismo ocurre al interior de cada país entre sectores de altos y bajos ingresos"(22). Esto conduce a interrogarse sobre los medios de financiamiento de las inversiones necesarias para disminuir la creciente distancia frente a la frontera tecnológica. La disparidad existente entre los países del MERCOSUR en términos de costos y cobertura de las telecomunicaciones, de la capacitación de los recursos humanos y de la preparación de las empresas para insertarse en esa "nueva economía", implica también la necesidad de fomentar una transición eficiente pero fundamentalmente equitativa. Esta transición exige tanto la profundización de los esfuerzos de innovación y difusión tecnológica como el propiciar la sinergia entre los diferentes actores económicos, constituyéndose, así, en elementos que conduzcan a la ampliación de la agenda económica de la integración para enfrentar los desafíos que supone la globalización.

Asimismo, entre las principales dificultades generadas recientemente por la globalización, el dinamismo de su vertiente financiera introdujo una nueva arquitectura internacional caracterizada, entre otros elementos, por un significativo incremento de las corrientes de capital privado, las cuales en épocas de crisis revelaron su marcada volatilidad. De esa manera, dicha volatilidad así como la sofisticación y el dinamismo del mercado financiero, tuvieron, recientemente, su máxima expresión con la inestabilidad financiera iniciada en 1997, con la crisis asiática, cuyo capítulo más reciente fue la devaluación brasileña a comienzos de 1999(23). Esta situación se manifiesta en los países del Cono Sur en recurrentes ciclos de crecimiento y de crisis externa, conduciendo así a repetidos ajustes que van acumulando una significativa deuda social. Esta nueva vulnerabilidad, originada en los cambios acaecidos en el contexto mundial, ha generado múltiples planteamientos relativos a la necesidad de modificar la arquitectura financiera internacional existente, introduciendo, entre otras, la proposición de establecer una liberalización gradual de la cuenta de capitales, concentrada en los flujos de largo plazo y fundamentalmente precedida del desarrollo de normas estrictas de regulación y supervisión prudencial; así como la de brindar a los países una variedad de alternativas para obtener financiamiento.

Las mencionadas dificultades existentes así como las recientemente originadas como producto de la globalización, se enmarcan en un contexto de falencia institucional, consecuencia de la inadecuación de las instituciones existentes a los profundos cambios operados en la actualidad. El MERCOSUR, como institución, es, comparativamente con algunos procesos similares, relativamente reciente en el tiempo, habiéndose adoptado la estructura actual, en diciembre de 1994, con la firma del Protocolo de Ouro Preto.

Si bien en sus inicios, el marco institucional correspondía a las exigencias del bloque, actualmente, surgen interrogantes relativas a la adaptación del mismo para continuar avanzando en una inserción creativa del mismo en el proceso de globalización. En efecto, dicha inserción debería privilegiar la compatibilización de la capacidad generadora de riqueza de los mercados con los equilibrios sociales, los cuales son, en sí mismos, nuevas fuentes potenciales de crecimiento, bienestar y empleo. Asimismo, el predominio de la naturaleza intergubernamental del proceso, de los órganos y del necesario consenso, atenta contra la toma de ciertas decisiones que finalmente se adoptan unilateralmente. En ese sentido, en la resolución de las controversias se privilegia, fundamentalmente, la esfera política y no la institucional, lo cual constituye una señal de debilidad de la actual estructura. De esa manera, la ausencia de supranacionalidad del proceso puede contribuir a crear incertidumbre en el ámbito de la toma de decisiones dentro del bloque, alterando, en el sistema global, la proyección de su identidad.

De la experiencia acumulada por el MERCOSUR en la década en curso, es necesario señalar que las reformas aplicadas, así como los avances registrados constituyen un paso importante, pero insuficiente, en la preparación para una inserción con desarrollo en el proceso de globalización. El desafío actual consiste así en superar la divergencia existente entre por un lado, la globalización financiera, comercial, tecnológica y por otro, el desarrollo integral de cada Estado y de la región en su conjunto. Esto implica renovar el papel de la integración como instrumento de promoción del desarrollo integral, abarcando la dimensión económica del desarrollo así como la social, la ética y la institucional. En ese sentido, es necesario implementar una integración "sustentable" que más allá del contexto ambiental, se basaría esencialmente en la fuerza endógena de transformación de cada sociedad, en la movilidad de su potencial y en la afirmación de una identidad del MERCOSUR, respetuosa de las particularidades de cada país. Esta implementación requeriría un esfuerzo de articulación de intereses en torno no sólo a lo productivo y comercial, sino también en los ámbitos sociales, educativos, científico y tecnológico.

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  1. "Más específicamente, estas empresas son protagonistas directas de alrededor del 70% del comercio a nivel mundial", Di Filippo, A / Franco, R. (2000): "Integración regional, desarrollo y equidad", Siglo Veintiuno Editores, pág.37.
(2) Según los datos publicados por la UNCTAD, el flujo mundial de inversión extranjera directa alcanzó la cifra récord de 865.487 millones de dólares en 1999, superando así en un 27,3% el valor registrado en 1998. UNCTAD (2000): "World Investment Report", Nueva York, julio.
(3) Inversión directa extranjera neta: corresponde a la inversión directa en la economía declarante deducida la inversión directa de residentes en esa economía en el exterior. Incluye la reinversión de utilidades.
(4) En 1999, los flujos de inversión extranjera directa neta ingresados al MERCOSUR alcanzaron una cifra récord de 50.861 millones de dólares.

(5) INTAL / BID (2000): "Informe MERCOSUR N°6,, período 1999-2000", Argentina, p. 23.

(6) "Las transacciones en los mercados cambiarios del mundo ascienden a 1.2 billones de dólares diarios frente a los 8.0 billones anuales del comercio mundial": Rosenthal, G. (1998): "Los desafíos de la globalización para Centroamérica", Revista de la CEPAL, Número extraordinario, octubre, pág.200.

(7) Ocampo, J. (1998): "Reunión en medio de la crisis", sitio web de la CEPAL, artículo de opinión.

(8) La caída del comercio en 1998 y 1999 fue generalizada, abarcando así a todos los países de la ALADI.

(9) El intercambio intra-MERCOSUR experimentó un crecimiento de 16,8% en el año 2000 con respecto al año anterior.
(10) ALADI (2000): "El comercio intraindustrial en el intercambio regional", ALADI/SEC/Estudio 130, 30 de diciembre.
(11) ALADI (2000): "El comercio intraindustrial en el intercambio regional", ALADI/SEC/Estudio 130, 30 de diciembre.
(12) Solamente 6,5%; 11,5%; 0,3% y 1,8% del intercambio bilateral entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con la Unión Europea es, respectivamente, de origen intraindustrial.
(13) Stahringer de Caramuti, O. (1998): "El MERCOSUR en el marco del regionalismo abierto", Ediciones Ciudad Argentina, pág.44.
(14) Según G. Rosenthal, la integración económica no constituye en sí misma un objetivo, sino que es un instrumento al servicio del desarrollo económico y social. "Repensando la integración", Pensamiento Iberoamericano, Número 15, 1989, pág.17.
(15) En ese sentido, cabe destacar las contribuciones realizadas por el Presidente del BID, Enrique Iglesias; por el Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Antonio Ocampo; y por el Coordinador del Instituto Interamericano para el Desarrollo Social, Bernardo Kliskberg, las cuales pese a sus particularidades, se enmarcan en una perspectiva común: la concepción del desarrollo latinoamericano de forma integral.
(16) Mientras que Argentina y Uruguay, pertenecientes a la categoría de "alto desarrollo humano", lograron convertir eficientemente el ingreso en desarrollo humano, Brasil registró menos éxito en traducir la prosperidad económica en una mejora de vida para sus habitantes. Datos extraídos del "Informe sobre el Desarrollo Humano" del PNUD, 2000.
(17) En el MERCOSUR, la distribución del desarrollo humano fue más equitativa en Uruguay, país en el cual se registró un bajo índice de pobreza humano (3,9%), que en Paraguay (16,4%). Datos extraídos del "Informe sobre el Desarrollo Humano" del PNUD, 2000.

(18) CEPAL (2000): "Panorama social de América Latina 1999-2000", Notas de la CEPAL N°12, setiembre.

(19) CEPAL (1999): "América Latina y el Caribe: crecimiento económico sostenido, población y desarrollo", Chile, Setiembre.
(20) Es difícil determinar cuantitativamente la contribución de esas tecnologías al crecimiento económico. En ese sentido, Robert Solow, ganador del Premio Nobel en Economía, afirmaba en los tiempos en que la economía norteamericana exhibía una productividad estancada durante lapsos anuales prolongados: "El computador está en todas partes, excepto en las estadísticas de productividad". Erik Brynjolfsson, por su parte, entiende que el valor económico de la velocidad, las mejoras cualitativas, el valor agregado del servicio al cliente y los nuevos productos muchas veces no es captado por las estadísticas oficiales. ALADI (2000): "Situación actual y perspectivas del comercio electrónico en los países miembros de la ALADI", ALADI/SEC/di 1347, setiembre, pág.34.

(21) ALADI /SEC/di 1347, setiembre, pág. 36.

(22) CEPAL (2000): "América Latina y el Caribe en la transición hacia una sociedad de conocimiento", junio.
(23) Al momento de culminar este documento, se desató una crisis en Turquía, cuyas consecuencias no han sido aún objeto de análisis.