Responsabilidad social

La responsabilidad social ha sido un fuerte indicador de desempeño y reputación de las grandes empresas. Ante al reto de mantenerse lucrativas y, a la vez, con buena percepción por la opinión pública, las organizaciones han preferido las prácticas que revelen cómo su actividad productiva y plenamente compatible con el modelo de desarrollo sostenible y la preservación del medio ambiente.

Ejemplos de esta opción pasan por la adopción de equipos no contaminantes, reciclaje de materia prima, oferta de guarderías para madres de familia, cursos de formación continua, capacitación para el trabajo y promoción de la salud, entre tantos otros. Todas estas prácticas traen junto el compromiso de promover la ciudadanía, reducir las desigualdades socioeconómicas y mantener la oferta de bienes y servicios con base en el uso racional de los recursos no renovables o, aun, en la renovación de los recursos naturales.

Una institución con el tamaño de la Cámara de los Diputados, que cuenta con más de 15 mil funcionarios y colaboradores, recibe más de diez mil visitantes por mes y mueve un presupuesto anual de R$ 1,6 mil millones, no podría dejar de incorporar a sus actividades el concepto de responsabilidad social. La Cámara de los Diputados se preocupa en desarrollar programas que estimulen el uso racional de los recursos, la preservación del medio ambiente, la inclusión social, la formación para el trabajo y la educación para la ciudadanía, esta última sobre todo entre los niños y jóvenes.

Igualmente importante ha sido la adopción de herramientas que garantizan la total transparencia en la administración de la Casa, permitiendo que el ciudadano acompañe cada gasto o proceso de compra y licitación.


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